Los gatos no son animales de carga como los perros, aunque se pueden encontrar en pequeños grupos llamados “payasos”. Como tal, forman vínculos muy diferentes con las personas que los perros u otros animales sociales.
Un gato ve a los humanos a través de una serie de eventos únicos e individuales, no una aceptación automática de “packhood”. Un gato cuyas experiencias con la Persona A han sido positivas, enérgicas, cariñosas y amigables tendrá una relación muy diferente con la Persona B, que actúa con miedo, retraimiento, molestia o indiferencia. Tradicionalmente, los gatos no buscan nuestro afecto como lo hacen los perros, pero son tan capaces de aceptar y devolver el amor como cualquier perro, simplemente de una manera muy diferente. Mientras que un perro acepta su Alfa a pesar del abuso o negligencia, un gato no lo hará.
Habiendo tenido dos gatos conmigo durante más de 20 años cada uno, puedo decir con certeza que sus sentimientos de amor y afecto son tan fuertes como los de los perros más devotos; la diferencia principal es que los gatos no tienen miedo de haciéndole saber cuándo encuentran SU comportamiento inaceptable. Puede confiar en que un gato le disparará una mirada sucia o expresará su desaprobación con mayor fuerza si deja su caja de arena sucia o lo levanta cuando no está de humor y prefiere tomar una siesta. Algunas personas consideran esta imbecilidad por parte del gato; lo veo más como la confianza en la relación entre un gato y su dueño, que él está dispuesto a tener y expresar una opinión contraria. Si tu gato confía en tu vínculo lo suficiente como para discutir contigo, es un buen comienzo para una hermosa amistad.
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