Si. Las aves, hasta cierto punto, ampliarán su alcance hasta el límite que permita la competencia u otros factores. Esto significa, por ejemplo, que las aves coloniales (por ejemplo, los mirlos tricolores en California) cuyos nidos están cerca del centro de una colonia tienden a tener territorios más pequeños que los de la periferia.
Las modificaciones humanas en el hábitat tienen efectos similares, aunque los cambios específicos dependerán de las circunstancias. Abundantes fuentes de alimentos (p. Ej., Agricultura o comederos de pájaros) aumentarán la competencia por los territorios cercanos a los alimentos, lo que hará que disminuyan sus tamaños. Los hábitats particularmente áridos tendrán pocas aves, con territorios relativamente grandes.
En general, no creo que haya ninguna razón para creer que las modificaciones humanas tengan un impacto cualitativamente diferente, en comparación con las variaciones naturales en la conveniencia del hábitat. En otras palabras, mientras que un área urbana densa tiene poca atracción para la mayoría de las aves, lo mismo puede decirse de un flujo de lava fresca, por ejemplo. Dicho esto, hay muchas formas en que los humanos logran alterar los hábitats, y no todas son obvias. Por ejemplo, el uso intensivo de pesticidas puede hacer que un hábitat sea inhóspito para las aves, porque no hay insectos para comer, a pesar de que ese hábitat nos parece bien. He notado este efecto con estanques y lagos: algunos son muy atractivos para las aves acuáticas, mientras que otros se evitan por completo. La diferencia probablemente puede atribuirse a las diferencias en la forma en que se maneja la flora y la fauna acuáticas.
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