Imagine una manada de ciervos, pastando, aparentemente en paz en las praderas de Serengiti, comiendo su forraje. Sin embargo, no son tan complacientes por dentro, con sus orejas erguidas hacia arriba y sus ojos mirando en casi todas las direcciones, buscando …
¿Qué?
Saben muy bien que en cualquier momento podrían encontrarse con su último depredador. Un orgullo camuflado de leonas, agazapadas en la misma hierba que comen. La hierba extrañamente nivelando el campo para ambos. ¡En cualquier momento, podrían tener que producir un estallido de energía, para que no se separen de la manada y sus bestias viciosas les corten y muerdan la garganta!
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¿Entonces, qué hacen? ¿Qué les da el estado de alerta adicional para correr esa fracción de segundo antes de lo habitual, lo que podría salvarles la vida? La respuesta se encuentra en lo que llamamos la respuesta de “lucha o huida”. Básicamente, cada vez que un animal se enfrenta a una situación potencialmente peligrosa, su cerebro estimula la producción y secreción de hormonas endocrinas como la adrenalina y el cortisol. ¡Estas hormonas agudizan los sentidos, hacen que los músculos sean temporalmente más fuertes y más receptivos a los estímulos, y básicamente le dan al animal superfuerza, para correr o luchar!
Aquí hay una pequeña representación pictórica de cómo funciona:
¡En esos momentos, toda la energía de la presa va a salir con vida durante esta situación de vida o muerte! Lo mismo se aplica a los humanos, tenemos respuestas similares a esos mamíferos y estamos impulsados por la misma reacción de estímulo.
Pero, muchos humanos rezan mientras están en peligro, ¿por qué preguntas eso? Bueno, eso no es inherente a nosotros, no es una respuesta subconsciente a las amenazas, es una práctica consciente y adoctrinada, que nos lleva a creer en la liberación de una deidad. ¡No es necesario presentar demandas al Dios en el cielo para desencadenar la respuesta natural que realmente nos salva!
Entonces, los animales, que son bastante analfabetos en teología y religión, e incapaces de pedir liberación por sí mismos, no se centrarían en rezar, estarían mejor si salieran con vida. Debido a que realmente no necesitan rezar para que su sistema natural funcione, apenas hay una razón para que recen. La evolución ya les ha brindado suficiente ayuda.