Los humanos usan todo lo que tienen a su disposición sin pensar, ¿todos los recursos provistos por la naturaleza son gratuitos? ¿Está justificado poner un precio a esas mercancías?

Muchos recursos son “proporcionados por la naturaleza”, pero no son gratuitos.

Si no están en abundancia donde vivimos y trabajamos, pagamos el precio del viaje a su ubicación o el costo del transporte para llevarlos a nosotros.

Pocos recursos están completamente listos para usar, de manera óptima, en su forma natural. Pagamos el precio de la energía, el esfuerzo, otros recursos y el ingenio del proceso para convertirlos en una forma óptima.

Pocos recursos tienen un solo uso. Se requiere tiempo, esfuerzo y gastos para ponerlos en cada forma deseada.

Finalmente, el conocimiento del proceso (es decir, “know-how”) y los mecanismos de conversión no están disponibles universalmente. Como resultado, pagamos a otros que son capaces de la conversión que no podemos realizar nosotros mismos.

En resumen, rara vez pagamos por el recurso natural en sí. Más bien, pagamos por su forma, su pureza, su presencia y su utilidad, todo lo cual es el resultado del ingenio y el esfuerzo humano. Así que pagamos a los humanos por sus contribuciones de valor agregado, y damos gracias a Dios por su generosidad al proporcionar recursos naturales de forma gratuita.

Como ejemplos:

Puede estar rodeado de árboles o plantas fibrosas (como lino o algodón). ¿Sabes cómo convertir estos artículos en papel?

Puedes encontrar arena en cualquier playa. ¿Sabes cómo convertirlo en vidrio de grado óptico?

Puedes encontrar diamantes en algunos lugares. ¿Puedes encontrarlos, extraerlos, cortarlos y pulirlos?