La rendición de cuentas es absolutamente importante. Sin embargo, con demasiada frecuencia queremos responsabilizar a las corporaciones, pero todos fallamos en asumir la responsabilidad de nuestras propias elecciones y acciones.
América (y Occidente en general) adoptan un estilo de vida que es visto como un “derecho” sagrado que nos hemos “ganado”. Y este estilo de vida crea una sociedad donde las elecciones pequeñas e individuales se suman a consecuencias masivas.
Pero a menudo no vemos estas consecuencias debido a la globalización (subcontratación de la contaminación y la deforestación en el extranjero) o porque no visitamos las partes de nuestro propio país donde extraemos carbón o explotamos a los pobres para obtener mano de obra barata.
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Fuera de la vista, fuera de la mente.
Y si le sugiere a los estadounidenses que deberían considerar comer menos carne, o que deberían conducir un automóvil más eficiente en combustible, o elegir vivir más cerca de su trabajo para no tener que desplazarse hasta el momento, o comprar menos desechos electrónicos, etc., nos sentimos amenazados. Sentimos que hemos trabajado duro para el “sueño americano” y tenemos el derecho de usar nuestro dinero ganado con tanto esfuerzo como queramos. Nadie nos puede quitar eso. Vamos a comprar más cosas y revolucionamos nuestros motores, como niños mimados, solo para demostrar que podemos.
Por lo tanto, es fácil señalar con el dedo a BP, Shell, Chevron, pero nosotros somos los que compramos el combustible para impulsar nuestros autos ridículamente potentes. Es fácil condenar a los fabricantes de carbón, pero nosotros somos los que construimos mini mansiones que requieren enormes cantidades de electricidad para calentar y enfriar. Es fácil quejarse de que Apple no está utilizando recursos sostenibles para el desarrollo de productos, pero nosotros somos los que compramos su frívolo hardware. Es fácil odiar a Starbucks por todos esos vasos de plástico en los que venden sus bebidas, pero nosotros somos los que compramos sus golosinas.
Sí, las corporaciones deben ser presionadas para tomar decisiones sabias de abastecimiento. Pero en última instancia, somos el problema.
Nuestro insaciable apetito por el estado, el lujo, la comodidad, el entretenimiento y las comidas favoritas, todos los días, es el problema.
Estamos consumiendo más de lo que la tierra puede reponer y sostener. Necesitamos dejar de señalar con el dedo y comenzar a asumir la responsabilidad de nuestras elecciones de estilo de vida. Cada elección, multiplicada por cientos de millones, se suma a enormes costos.